La madre de un niño de 10 años quedó sorprendida por la intensidad con que éste encaró su disciplina en Cuaresma. Abandonó el chocolate y cuando rehusó una galletita con chips de chocolate que ella había especialmente cocinado para él, sus hermanos y hermanas, se preocupó al pensar que lo estaba tomando con demasiada seriedad. Ella le dijo que Dios no se enojaría si él comía una galletita en domingo, día en que era permitido suspender la disciplina, también le dijo que no debería ser tan intenso o temeroso de entrar en problemas si llegara a romper el compromiso. Él la miró con algo de sorpresa y dijo que sabía que Dios no lo castigaría, pero que ésta era su elección y deseaba llevarla a término. El niño se sentía tranquilo, seguro, aunque un poco castigado. Él había descubierto lo que muchos de nosotros no lo ha hecho o fácilmente olvidamos – que en la disciplina elegida libremente, aumentamos nuestro auto-conocimiento y auto-aceptación, cualidades que nos llevan hacia un sentido nuevo de libertad y fortaleza.La recompensa es una expansión del corazón y la mente y un sentido nuevo de nosotros mismos en Dios – eso por lejos vale el sacrificio de la más deliciosa galletita, incluso en domingos.
Laurence Freeman