La humildad es importante. Hoy en día no es un valor cultural elevado, en esta época de celebridades y auto expresión. No obstante, el mundo en el que vivimos puede ayudarnos a comprender mejor lo que es la humildad, al mostrarnos lo que no es. Ustedes podrían, por ejemplo ser famosos y humildes, aunque no obstante, el querer ser famoso podría impedir vuestra humildad. Ustedes podrían ser grandes artistas o bloggers y ser humildes, aunque estas actividades pueden llegar a ser tan absorbentes que puedan llegar a olvidarse quienes son realmente. La humildad es esencialmente auto conocimiento. Es importante, porque saber quienes somos escencialmente, -es decir no solo quienes somos ante los ojos de los demás o a través del prisma de nuestro ego- es la condición para conocer a Dios. Solo podemos conocer a Dios por medio de un proceso de desconocimiento –abandonando nuestros intentos de atrapar o medir a Dios-. Estos intentos nos conducen usualmente a los falsos dioses. El desconocimiento (el camino de la meditación) es el “dejar de lado los pensamientos”. Es como desnudarnos. Como cuando vamos a un examen médico y se nos dice que debemos quitarnos la ropa. Al principio podemos sentirnos un tanto incómodos o avergonzados, sentados usando un media camisola en un consultorio médico, esperando nuestro turno para ser revisados. El sentirnos un poco tontos es también común en los primeros estadios de la meditación. Permanecer como nos creó Dios, con nuestro traje de nacimiento, eso es meditación. La palabra humildad viene del latín “humus”, que quiere decir “tierra”. En algún momento del día hoy, tómense unos momentos para contemplar fijamente un trozo de tierra natural, en un parque, en una maceta o en una montaña. Especialmente, justo cuando llega la primavera en el hemisferio norte –o con la fecundidad de la tierra en los trópicos- podrán descubrir cuan fértil es la humildad en lo concreto a partir de su ausencia de pretensiones y auto decepción.
Laurence Freeman
Laurence Freeman