Caravaggio pintó dos grandes obras inspiradas en el encuentro de Jesús con dos discípulos en la vía a Emaús. La primera, realizada en el pico de su carrera y popularidad, muestra a un Cristo joven y sin barba en una escena plena de luz y asombro. La figura de la derecha estira sus brazos a todo lo ancho mostrando la sorpresa por lo que está presenciando. La segunda obra fue realizada por Caravaggio en una etapa más oscura de su vida, cuando ya había perdido la fama y la fortuna y estaba huyendo de la justicia. Aquí se muestra a un Cristo más viejo y sombrío, la luz más tenue y la sorpresa de los discípulos menos expresiva. Nuestra forma de ver depende del estado de ánimo. En cambio, la fe con la que vemos se hace más profunda aún en la adversidad. John Main decía que la meditación "verifica las verdades de nuestra fe en nuestra propia experiencia". Los cambiantes estados de ánimo con los que hemos tenido que trabajar durante la Cuaresma, para reconocerlos y moderarlos mejor, nos enseñan que nuestra experiencia no es uniforme. Experimentamos distintas fases en la vida, subidas y bajadas, y de un momento a otro cambiamos nuestro humor y nuestra perspectiva. Lo que permanece constante durante todos estos cambios de suerte y emociones, tiene el derecho de ser llamado verdadero.
Laurence Freeman OSB