Se dice que nos toma algún tiempo después de la muerte en darnos cuenta y aceptar que realmente estamos muertos. Tal vez entendemos que nuestra conciencia sigue funcionando después de un lapso momentáneo pero en un medio diferente. O quizá el problema es que sólo nos damos cuenta poco a poco -aunque es difícil saber cómo- que la muerte no es lo que pensamos que era.Así que si estamos muertos, es una forma diferente de estar muerto a la que habíamos imaginado antes de morir. ¿Entonces la muerte no es desaparecer? ¿Es sólo una transición? ¿ y si es así, una transición hacia qué? No podemos decir lo que pasa. Por lo tanto, si queremos profundizar en el significado de nuestra experiencia, mejor nos enfocamos en esta vida y no en el comienzo de la segunda . Antes de que Jesús resucitara a Lázaro de entre los muertos, la gente se burlaba de Él. Todos los elementos de la muerte estaban allí, el dolor, la aflicción, la alteración de lo cotidiano y la ausencia física. Sin embargo, Jesús entra en todo esto con sus lágrimas por aquel que amó y extiende su Amor hacia lo desconocido y devuelve lo que estaba muerto a la vida. Si es físicamente cierto o si se trata de una parábola con un significado, en cualquier caso, ¿qué es lo que quiere decirnos? No nos dice nada significativo a menos que nos conectemos con nuestra propia muerte. No la muerte del último aliento, sino la muerte de la pérdida, de la decepción o de la aflicción física y emocional, que nos coloca fuera del alcance de otros. Si podemos recordar esta experiencia de la muerte - o inclusive esos momentos donde realmente dejamos ir nuestros pensamientos, imágenes y emociones y nos volvemos pobres de espíritu, entonces, podremos ver un haz de claridad luminosa que atraviesa la oscuridad. Ese haz de luz empieza a resplandecer con nueva fuerza y brillo hasta que veamos el pasado y el futuro en una forma completamente nueva. Las tragedias de la vida y las prácticas mundanas de la meditación diaria y las disciplinas Cuaresmales contienen la misma verdad - la mano del amor nos alcanza cuando nos sentimos derrotados. Laurence Freeman OSB (Traducción de Cecilia González)
10 abr 2011
Domingo, 5ta semana de Cuaresma. Mensaje del P. Laurence
Se dice que nos toma algún tiempo después de la muerte en darnos cuenta y aceptar que realmente estamos muertos. Tal vez entendemos que nuestra conciencia sigue funcionando después de un lapso momentáneo pero en un medio diferente. O quizá el problema es que sólo nos damos cuenta poco a poco -aunque es difícil saber cómo- que la muerte no es lo que pensamos que era.Así que si estamos muertos, es una forma diferente de estar muerto a la que habíamos imaginado antes de morir. ¿Entonces la muerte no es desaparecer? ¿Es sólo una transición? ¿ y si es así, una transición hacia qué? No podemos decir lo que pasa. Por lo tanto, si queremos profundizar en el significado de nuestra experiencia, mejor nos enfocamos en esta vida y no en el comienzo de la segunda . Antes de que Jesús resucitara a Lázaro de entre los muertos, la gente se burlaba de Él. Todos los elementos de la muerte estaban allí, el dolor, la aflicción, la alteración de lo cotidiano y la ausencia física. Sin embargo, Jesús entra en todo esto con sus lágrimas por aquel que amó y extiende su Amor hacia lo desconocido y devuelve lo que estaba muerto a la vida. Si es físicamente cierto o si se trata de una parábola con un significado, en cualquier caso, ¿qué es lo que quiere decirnos? No nos dice nada significativo a menos que nos conectemos con nuestra propia muerte. No la muerte del último aliento, sino la muerte de la pérdida, de la decepción o de la aflicción física y emocional, que nos coloca fuera del alcance de otros. Si podemos recordar esta experiencia de la muerte - o inclusive esos momentos donde realmente dejamos ir nuestros pensamientos, imágenes y emociones y nos volvemos pobres de espíritu, entonces, podremos ver un haz de claridad luminosa que atraviesa la oscuridad. Ese haz de luz empieza a resplandecer con nueva fuerza y brillo hasta que veamos el pasado y el futuro en una forma completamente nueva. Las tragedias de la vida y las prácticas mundanas de la meditación diaria y las disciplinas Cuaresmales contienen la misma verdad - la mano del amor nos alcanza cuando nos sentimos derrotados. Laurence Freeman OSB (Traducción de Cecilia González)
