Miraba yo un gran árbol maduro que era movido por un grupo de hombres. Ellos cavaron un gran hoyo alrededor de sus raíces. Probablemente algunas de sus raíces fueron cortadas o dañadas pero había muchas intactas para asegurar su sobrevivencia. Se veía como si fuera una cirugía; el paciente pasivo, vulnerable, con su dignidad arrebatada. Los hombres pasaban bandas en un patrón de cruz abajo del árbol para mover esa gran milagrosa creación a la parte de atrás de un vehículo.Las prácticas religiosas o espirituales que no son radicales – llegar a las raíces de nuestro ser – son meramente un jugueteo. Pueden calmarnos la mente en cierto grado o consolarnos por los problemas de la vida – y estos no son efectos indeseables – pero su gran propósito es la conversión radical.La paradoja está en que la gran transformación que nos ocurre, progresivamente, en la meditación, parece crear agitación y una pérdida total – un renunciar a todo por la nada. Entonces la realidad consiste en ir descubriendo y ganando algo que nuestra imaginación no puede comprender. Puede parecer como una dislocación o un desarraigo pero de hecho es un volver a casa, una reintegración. La Cuaresma está dedicada a llevarnos a esa onda de la paradoja en preparación a la muerte y a la resurrección.
Laurence Freeman