29 nov 2006

La meditación en la visión de John Main

El objetivo de la meditación es aprender por propia experiencia a vivir conectado a la Energía del Amor que está presente en nuestro corazón. Esto es vivir en "oración pura", en "oración centradora", en "oracion contínua".

La meditación es un ejercicio diario que requiere un mínimo de dos sesiones de 30 minutos. Una temprano en la mañana, al levantarnos. Otra al final del día en una hora apropiada. Al principio puede costar pero vale la pena el esfuerzo de tratar.

En la meditación nos sentamos con la espalda recta para no adormecernos y permanecemos en total SILENCIO, QUIETUD y CONCENTRACION en nuestro mantra, jaculatoria o palabra sagrada. John Main recomienda "Ma-ra-na-tha" como mantra, que en arameo significa "Ven Señor" y es una de las más antiguas oraciones cristianas, usada por Pablo en sus cartas.

Al meditar vivimos en la simplicidad y pobreza del mantra. Nos vaciamos del ego, nos llenamos de amor y esperanza en la fuente de nuestro ser, el Padre. Al meditar iniciamos una peregrinación hacia fuera del ego y en dirección al misterio de Dios. Meditar es prestar atención a la presencia de Dios dentro de tí, a tu verdadera naturaleza. Somos santos como templos del Espíritu de Dios. En esta media hora vivimos nuestra unión con la eternidad de Dios.

Hay que evitar dos peligros: distracciones con trivialidades y quedarnos con la mente en blanco, perdidos en el vacío. Hay que permanecer conectados a la energía del amor que llamamos Dios.

Los antropomorfismos de la imagen de Dios que se usaban en la antigüedad se hacen innecesarios con la encarnación. Dios se encarna en Cristo, un hombre, y a través de él vive y nos enseña su sabiduría con palabras, sacrificio, sufrimiento y muerte. Con Jesús, el hombre toma consciencia de la presencia encarnada del Padre en la vida humana y en la creación. El hombre toma consciencia de la presencia del Hijo. La resurrección de Cristo es su entronización en el corazón cristiano y la definitiva reconexión del hombre con Dios a través de Cristo.

La meditación es el ejercicio consciente de conexión con el Hijo encarnado, con el Cristo en nuestro corazón y a través de él la conexión con el Padre, la fuente de nuestro ser. Agustín dijo: "nuestro gran propósito en esta vida es restaurar la salud del ojo del corazón por medio del cual Dios puede ser visto". Este ojo es nuestro espíritu, que es nuestra línea vital de comunicación con el Espíritu de Dios.

La experiencia de enamorarse es un viaje fuera de nuestro ego, para entrar en el otro. Cuando nos enamoramos vemos al otro de manera diferente a como lo ven los demás. El amor borra la importancia que le dábamos a nuestro ego. Es una experiencia de libertad de nuestras cadenas, actuamos sin miedo ni orgullo, sólo mirando a nuestra amada o amado.

No existimos en relación con Dios, sino que subsistimos dentro de Dios. Dios es la base de todo ser. Nada puede ser fuera de esa base que es Dios. La oración no es "hablar con Dios" sino "estar con Dios". ¿Cuál es la esencia del mensaje o kerygma cristiano?: que la realidad absoluta está aquí, ahora y con nosotros; que somos parte de ella, que nos ama profundamente, que estamos en esta vida para realizar nuestro potencial, que debe ir reflejando cada vez más el brillo y esplendor divinos.