Este año como siempre la historia sin tiempo de la Navidad nos habla e ilumina de muchas maneras al corazón que está atento. Está por una parte la simplicidad del relato y el inconmesurable misterio de lo que nos expresa; y de la misma manera, la historia de nuestras vidas, como la hemos vivido hasta este momento, puede relatarse en pocas palabras. Pero no hay palabras que puedan expresar su significado y la maravilla de nuestras alegrías y sufrimientos, fracasos y descubrimientos.
Está también la fragilidad y marginalidad humana de los personajes. María, José, Jesús, los pastores - ninguno de ellos está entre los poderosos de la tierra; y sin embargo, a través y alrededor de ellos está la presencia de Dios diciendo Su Palabra en un silencio que derriba a los poderosos de sus tronos y rebaja a nuestros propios egos charlatanes.
En la historia también se nos muestra tanto una cierta ternura como una fuerza y resistencia poderosa. Sentimos una profunda emoción, así como contemplamos una realidad que nos transporta más allá del sentimiento y de la emoción, a un lugar de verdad y amor en el que todo deseo se cumple y todo lo incompleto es llevado a la plenitud.
Al meditar durante los próximos días, que el silencio que compartimos enriquezca nuestra comunidad y nos ayude - en nuestros pequeños grupos de meditación, en nuestras comunidades nacionales, y en Meditatio nuestra nueva iniciativa de proyección - a compartir la sanadora y vivificadora presencia de la Palabra hecha carne con todos los que nos reunimos y en cualquier camino al que seamos llamados.
Al celebrar la Misa de medianoche de hoy todos Ustedes estarán en nuestro corazón.
Les deseo a todos una alegre y maravillosa Navidad.
Con mucho amor,
Laurence Freeman OSB
(traducción de Antonio J. Sosa)