26 ago 2010

LIBRES DEL EGO por Laurence Freeman osb

Este mensaje de Laurence dado en una conferencia en Singapur en 2001, expresa con una claridad muy especial el trabajo que realizamos con la meditación en nuestras vidas y su relación con "olvidarse de sí mismo" (liberarse del ego) y "seguir a Jesús" (amar al prójimo). Por la efectividad y sencillez de este mensaje que aclara el papel de la meditación en la vida cristiana, lo publicamos completo en este blog.
Fue publicado originalmente en español en http://www.meditacioncristiana.com/ en una traducción de Ana Inés Privitello, Argentina. La foto es de Laurence en una ventana.

La meditación es libertad, la liberad de los hijos de Dios. Lo que sucede durante la meditación es que uno se desprende del ego y se reconecta con su verdadero ser. Por eso la meditación tiene mucho que ver con relacionarse y no con aislarse o escaparse. Se trata en primer lugar de relacionarse sana y verdaderamente con nosotros mismos. Eso es, finalmente, la base de nuestra relación con los demás. En la meditación, salimos de la auto fijación, la autoconciencia, la auto obsesión, hacia una nueva libertad de espíritu. Una persona que esta fijada en sí misma no puede amar. Una persona egoísta no puede ser feliz.

Hay un hermoso texto budista que resume el budismo Mahayana “Toda la infelicidad del mundo proviene de la gente que trata de encontrar la felicidad para ellos mismos. Toda la felicidad del mundo proviene de la gente que esta tratando de hacer feliz a otra gente”. Es lo mismo que dice el evangelio. Eso es lo que significa el olvidarse de uno mismo- encontrar la felicidad, liberándonos de nuestro ego, y adentrándonos en esa gran relación que es Dios. ¿Cómo lo hacemos en la meditación? A través de la simplicidad. Dejamos de pensar en nosotros mismos. Retiramos la conciencia fuera de nosotros mismos. Por supuesto no es sencillo. No es sencillo dejar de pensar en nosotros mismos, porque estamos muy enredados en nosotros mismos. Pero en la meditación revertimos el proceso, terminamos con ese hábito. Tratamos de hacer algo distinto. Dejamos de pensar en nosotros mismos y nuestra atención se mueve a un lugar más profundo y a un lugar más puro, a un lugar más silencioso, más conciente a medida que nos adentramos en la mente de Cristo.

Ahora bien, esto no significa que estemos pensando en Dios o en Cristo. En la meditación no pensamos en Dios pero le prestamos atención a Dios. Pero no le prestamos atención a Dios como un objeto o un pensamiento. Cuando decimos que le prestamos atención a Dios, queremos significar lo que dice Jesús, que estamos amando a Dios con todo nuestro ser, con toda nuestra mente, con toda nuestra fuerza. Esta es una distinción muy importante a tener en cuenta si se quiere entender lo que se hace al meditar. La meditación no es pensar.

Otra enseñanza fundamental de Jesús está contenida en su frase “Nadie puede seguirme a menos que renuncie a todas sus posesiones”. ¿Qué significa? Si significara que todos tuviéramos que entregar nuestras billeteras, tarjetas de crédito, autos, casas y ropa, probablemente no seríamos capaces de seguir sus enseñanzas. Yo, por ejemplo, estoy muy apegado a mi reloj. Entonces ¿qué significa realmente renunciar a nuestras posesiones? Significa que todos debemos comenzar a vivir como San Francisco? ¿Entregar nuestras cosas a los pobres? Tal vez para alguna gente ese sea su significado y todos nos beneficiamos con el gran ejemplo de pobreza que ellos dan. Pero no creo que ese sea el significado para todos. No todos nacimos para convertirnos en ermitaños, mendigos o sannyasis. Pienso que lo que realmente significa es que debemos dejar de ser posesivos desde el centro mismo de nuestro ser. Debemos tratar de dejar de poseer a la gente o a las cosas que se encuentran en nuestro dominio en un momento particular de nuestras vidas. Debemos reconocer que somos simples administradores por un corto tiempo, incluso de las cosas que pensamos que poseemos. Si podemos practicar este modo de liberarnos de nuestras posesiones, entonces, el modo en que usemos nuestro dinero, nuestra tarjeta de crédito, o nuestras casas será muy diferente.

No ser posesivo significa practicar y vivir el desapego. Eso quiere decir que si te acercas a mi y me dices “Perdí mi reloj y realmente necesito uno, ¿me das el tuyo?”. Yo debería ser capaz de responder “seguro, tómalo” y así practicar el desapego. La única forma de practicar el desapego mientras vivimos en el mundo real es regresar al problema raíz de nuestra actitud posesiva, que es nuestro ego. Si podemos liberarnos del ego, olvidarnos de nuestro yo, como dice Jesús, debemos abandonar todas nuestras posesiones. Si podemos olvidarnos de nuestro yo, habremos renunciado a nuestra actitud posesiva, y nuestras posesiones serán cosas que podremos compartir con los demás. Esto es algo que nos sucede en las relaciones personales de nuestras vidas, pero también es una verdad que nos lleva a la naturaleza misma de la sociedad.

Una tercera enseñanza fundamental de Jesús, que él dice que resume toda la Ley, es: “Ama al Señor tu Dios con toda tu mente, con todo tu corazón, con toda tu fuerza, y a tu prójimo como a ti mismo”. Amar a Dios y amar al prójimo son igualmente importantes en las enseñanzas de Jesús. ¿Qué significa esto? No podemos amar al Dios que no vemos si no amamos a la persona que esta al lado nuestro y que podemos ver. ¿Qué significa amar a tu prójimo? Quiere decir, me parece, que si le prestamos atención a la persona que está al lado nuestro, esa persona que nos es extraña o esa persona que ha estado en nuestras vidas durante tantos años, esa persona con la que podemos tener dificultades, esa persona que puede habernos herido, esa persona que puede habernos asustado, esa persona de la que sospechamos; si podemos prestarle atención a esa persona, esa persona se habrá convertido en nuestro prójimo en el profundo sentido que el evangelio le da a esa palabra. ¿Quién es mi prójimo? Y también significa que si le prestamos atención, lo estamos amando.


Laurence Freeman osb