Por cuarenta días y noches – y más – hemos estado en el desierto. Y ahora, en el Domingo de Pascua,
con el sol que surge, hemos dejado atrás la parte más difícil.
La manera en que vemos el desierto se ha transformado. Vemos las mismas cosas, las rutinas de la vida continúan como antes, los árboles y las nubes son lo que eran, los políticos y los banqueros, los artistas, los terapeutas y los monjes hacen lo mismo que antes. Volveremos a cambiar pañales y seguiremos llenando nuestro tanque de gasolina. El peregrinaje de nuestra meditación continúa, mañana y tarde.
Pero nuestra resurrección – y es nuestra no menos que Suya – ha cambiado la manera en que vemos la vida en este campo de la existencia. El velo entre nosotros y los otros campos del cosmos ahora resplandece.
Si todavía tenemos miedo, ya no hace falta. Si aún estamos aferrados al resentimiento, ya no necesitamos estarlo. Para cambiar totalmente, sólo necesitamos verle. No hablar ni oír de Él, sino verle. Él es quien hace que la nueva creación resplandezca.
“Para cualquiera unido a Cristo, hay una nueva creación.”
Ha sido un buen viaje el que hicimos juntos a través del desierto esta Cuaresma. Es bueno ver ahora cómo reconocemos al Jesús resucitado en todo lo que reluce de la vida.
Hace tres días iniciamos el proceso formal para el cambio a Bonnevaux, nuestra nueva casa y centro en Francia. Durante el verano, esperamos cambiarnos y comenzar el trabajo de renovación.
Espero que podamos ver juntos a Cristo resplandeciente en Bonnevaux un día. Por favor mantengan este paso a una nueva vida para nuestra comunidad en sus corazones.
iFelices pascuas y bendiciones para los días que siguen!
Traducción: Enrique Lavin, WCCM México